27.8.06
Telerror
Existe por ahi un ensayo de Auguste Comte donde afirma que la corrupción del estado es una forma de violencia para las personas que vivimos dentro de él. La violencia, segun esta concepción es una polilla que consume al estado, hasta convertirlo en un fantasma. Y entonces debe renovarse o morir.
Morir por segunda vez, la muerte que no llega para los deudos, el entierro que no se da y los ultimos huesos roidos por quienes sufren indigestión. El poder recrea estas imagenes una y otra vez, conectada al sistema de cable o sin él, la justicia se define marcando a un numero 01800 y el colmo de una realidad invertida es un payaso-juez sin maquillaje que dicta sentencia.
Ahora nos toca ser culpables, la vida que no necesita electrica o antena no vale, es parecida a la televisión. Cómo de pelicula. Sin directores y sin maquillaje, la sangre y el fuego no se interrumpen en las calles, ni se deja de sufrir en la cárcel por la aparición en pantalla del anuncio de una crema depiladora o algun desodorante masculino que atraerá hermosas mujeres a un elegante departamento, al cual seguramente sólo tendra acceso el 8% de la población que habita en las clases de mayor derroche economico.
El país es un bloqueo dislocado y la tanqueta electrica con telenovelas incluidas se inclina por disparar con basura. El locutor dispara con mentiras, la programación dispara con estupidez y el descanso de la rutina nos dispara al encender el revolver de señal nacional.
Maquina de matar y entretenimiento. Pero hay una tierra prometida para el que no duda de su palabra, dichoso aquel que no cuestiona y bienaventurado el que recibe su señal sin esperar algo a cambio, la violencia asi deja de existir y ha infectado el cuerpo, la polilla termina su trabajo y sólo queda polvo. Barranlos.
Que no quede nadie. La violencia construye su propia religión y compite con el Dios de tantos otros que parece, sin exagerar, que si Dios estuviera aqui abajo, si no aparece en TV es un pobre diablo.
Me cae que si....
Morir por segunda vez, la muerte que no llega para los deudos, el entierro que no se da y los ultimos huesos roidos por quienes sufren indigestión. El poder recrea estas imagenes una y otra vez, conectada al sistema de cable o sin él, la justicia se define marcando a un numero 01800 y el colmo de una realidad invertida es un payaso-juez sin maquillaje que dicta sentencia.
Ahora nos toca ser culpables, la vida que no necesita electrica o antena no vale, es parecida a la televisión. Cómo de pelicula. Sin directores y sin maquillaje, la sangre y el fuego no se interrumpen en las calles, ni se deja de sufrir en la cárcel por la aparición en pantalla del anuncio de una crema depiladora o algun desodorante masculino que atraerá hermosas mujeres a un elegante departamento, al cual seguramente sólo tendra acceso el 8% de la población que habita en las clases de mayor derroche economico.
El país es un bloqueo dislocado y la tanqueta electrica con telenovelas incluidas se inclina por disparar con basura. El locutor dispara con mentiras, la programación dispara con estupidez y el descanso de la rutina nos dispara al encender el revolver de señal nacional.
Maquina de matar y entretenimiento. Pero hay una tierra prometida para el que no duda de su palabra, dichoso aquel que no cuestiona y bienaventurado el que recibe su señal sin esperar algo a cambio, la violencia asi deja de existir y ha infectado el cuerpo, la polilla termina su trabajo y sólo queda polvo. Barranlos.
Que no quede nadie. La violencia construye su propia religión y compite con el Dios de tantos otros que parece, sin exagerar, que si Dios estuviera aqui abajo, si no aparece en TV es un pobre diablo.
Me cae que si....
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